A mediados de los años 30 en el fabricante de automóviles Citroën tenían muy claro que, para completar su gama de coches, necesitaban un vehículo "robusto, capaz de transitar por terrenos variados, barato de producir y de mantener".
Así nacieron los primeros prototipos del 2CV, dentro de un programa denominado TPV (très petite voiture, coche muy pequeño ) y en el que trabajaban el por aquel entonces director de la marca, Pierre-Jules Boulanger, André Lefèbvre y el diseñador Flaminio Bertoni.
El desarrollo del proyecto se interrumpió durante la ocupación alemana de Francia en la Segunda Guerra Mundial. De hecho, hay documentos que atestiguan que el TPV fue ocultado, con el fin de evitar que cayera en manos enemigas y que fuera utilizado con objetivos militares.
El empuje de Citroën
Tras la liberación del país vecino, el proyecto fue retomado por Citroën y, tras una importante evolución, presentado en el Salón del Automóvil de París en 1948. Las críticas que recibió en aquel momento no fueron muy positivas (se dice que un periodista estadounidense dijo en la presentación: "¿Dónde está el abrelatas?"). Sin embargo, el coche encandiló primero a los franceses y después al resto de Europa y, muy pronto, la lista de espera para adquirir uno fue de tres años.
Durante los 42 años en los que el modelo se produjo, se montaron 5.115.268 unidades, las últimas en la planta portuguesa de Mangualde, de donde un 27 de julio de 1990 salió de la cadena de montaje el último 2CV.
La muestra que conmemora este 60 aniversario permanecerá abierta al público en la Ciudad de las Ciencias y de la Industria de París hasta el próximo 30 de noviembre.